PIRA PAGANA - MICHAEL MOORE Y LA CAÍDA

Publicada originalmente en El Imparcial el 24 de octubre de 2004.
Hace exactamente cuatro años. No mucho ha cambiado.


A pocos meses de que los estadounidenses ejerzan su voto, el cineasta Michael Moore se ha lanzado en una cruzada de pláticas proselitistas, siguiendo las tácticas buitres de su némesis hollywoodense.

Pero su objetivo no es que nuestros hijos se vuelen la cabeza con revólveres ni que los ancianos traigan metralletas en la cajuela del coche. Su objetivo es derrocar lo que a su vista —y a la vista de muchos— es un dictador: George W. Bush.

En una gira que se llama —por así decirlo— “Animando a los holgazanes 2004”, el obeso cineasta, ganador de un Óscar, pretende que sepamos la verdad sobre el turbio desarrollo del gobierno de Bush.

Michael Moore se ha esforzado en sus libros, películas, conferencias, sitios en internet, programas de radio y televisión, en criticar el corporativismo, la desigualdad social, los crímenes ambientales y casi todas las cosas en las que un hippie pueda pensar.

Moore nos hace saber todo esto a partir de la única forma en la cual el ciudadano promedio puede interesarse en la política: A través del humor. Curiosamente esto no es nuevo; la sátira política no es un arma, es un síntoma de un sistema de gobierno degradado.

La comedia en Grecia, por ejemplo, se consolidó muchísimo tiempo después de la tragedia, justamente cuando los valores clásicos se perdían en el limbo de los dioses muertos.

Las vanguardias artísticas, que proponían una verdad ridícula, ergo humorística, aparecieron cuando el hombre moderno perdió la fe en el futuro de la humanidad después de dos guerras mundiales. Hoy día el documental, un subgénero fílmico tradicionalmente soporífero e insoportable se ha convertido en un medio eficaz para entretener y a la vez denunciar.

La burla es una forma de protesta poco solemne pero eficaz. En gran parte del mundo tal vez los más agudos críticos de la sociedad sean los comediantes frente a un micrófono o los caricaturistas de los buenos periódicos. Michael Moore, un humorista político, es un buen ejemplo de ello.

En México, los comediantes son un hato de borregos con chistes poco atrevidos para un público que demanda idiotez porque es también idiota. En México un documental como Farenheit 9/11 sólo tendría un resultado: Un cineasta muerto. En este país los buenos caricaturistas prosperan y no son ejecutados, pero tampoco son tomados en serio.

En su reciente plática en la Universidad de Arizona, en Tucson, Moore utilizó los lugares comunes sobre los republicanos para burlarse de ellos y para esto no sólo utilizó la retórica humorística oral, sino que acudió a ayudas audiovisuales: Los anuncios “anti-Kerry”.

En estos pequeños clips de propaganda irónica que Moore expuso en las cuatro pantallas enormes del estadio McKale, los asistentes pudimos ver a un veterano de guerra en silla de ruedas, mientras una voz en off decía: “Este veterano perdió sólo sus dos piernas y un brazo en Vietnam... ¿Pero cómo explicar que aún tiene un brazo...? Es fácil, esto se encierra en una sola palabra... cobardía”.

En otro clip, el mensaje central era: “Bush envió a la guerra a morir a más de mil jóvenes estadounidenses... Kerry no ha matado a ninguna persona... ¿por qué? Porque él es demasiado sentimental para gobernar este país. Vota por Bush... él está listo para los próximos mil cadáveres”. Y muchos más por el estilo.

Los republicanos —opositores de Kerry y de Michael Moore— que asistieron al evento no dejaron de protestar e interrumpir al conferencista toda la noche. La mayoría en el estadio respondía con atronadores abucheos. Aquello fue más bien una especie de duelo de porristas.

En estas fechas cercanas a la elección el país está partido por la mitad en una especie de guerra santa en la que republicanos y demócratas no admiten medias tintas y, si no fueran tan miedosos de las leyes paranoicas que entre todos forjaron, se agarrarían a golpes en las calles.

“El sentido de solidaridad, de unidad nacional que fue resultado del ataque a las torres gemelas se perdió en estos tiempos electorales” mencionó este miércoles 13 el moderador del tercer debate entre Bush y John “Frankenstein” Kerry. Tal vez necesiten que les tiren ahora la estatua de la libertad.

El Partido Demócrata en Estados Unidos equivaldría a una especie de PRD, pero no tan patético, mientras que el Partido Republicano es conservador y religioso como el PAN y autoritario y arbitrario como el PRI. Sus puntos de vista son, al parecer irreconciliables y, aunque Bush es una calamidad, John Kerry planea seguir con la guerra, endurecer las leyes migratorias y expander las alianzas bélicas a países más poderosos.

Michael Moore se inclina hacia Kerry, el candidato demócrata. Lo malo es que si éste gana, Moore dejará de ser este cruzado liberal para convertirse en lo que un satírico político nunca debe llegar a ser: Un miembro de la oficialidad. Si no es forajido, el comediante no es nada.

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