PIRA PAGANA - SOBRE LOS BESOS


Originalmente publicado en El Imparcial el 19 de agosto, 2004

Hay peculiaridades culturales que son muy importantes y las olvidamos, no les ponemos atención, cuando pueden ser un buen tema de conversación en una fiesta aburrida. Cayo Valerio Catulo, el mejor poeta romano (y uno de los mejores poetas de todos los tiempos) antes de morir a los treinta años de un colapso venéreo, visitó los alrededores de Roma y encontró a los últimos sobrevivientes de la civilización etrusca.

Los infelices, como si fueran pájaros dodós, habían sido casi orillados a la extinción por la máquina romana, pero el día en que Catulo los encontró hicieron el último y más grande aporte a la civilización occidental.

Unos pocos años antes de los viajes de Catulo, los labios de Judas Iscariote se unieron a los de Jesús de Nazareth, y en ese beso —que cifraba el cliché del “beso de la muerte” de los mafiosos del porvenir— comenzó a tomar forma la crucifixión más famosa del mundo.

El beso es viejo como la humanidad. Freud piensa que el beso es una continuación del placer que sentimos desde niños al ser amamantados, y que este es un reflejo inherente al ser humano desde sus orígenes, pero existe una teoría que me parece más interesante: el beso era utilizado por las parejas primitivas para acallar los ruidos, gritos y gemidos de la actividad sexual que podrían atraer a algún depredador; el beso iniciaría, entonces, como una técnica de silencio, lo que recuerda al moderno “cállate y bésame”.

Aun con su increíble antigüedad, por alguna razón, el beso erótico no era conocido ni se utilizaba con regularidad, con excepción de pocas y aisladas civilizaciones. Sí. Los etruscos eran una de ellas.

Así que Catulo vio cómo las jóvenes parejas etruscas se besaban a toda hora. Y vio Catulo que era bueno y llevó la moda del beso a Roma, pues es sabido que Catulo se besaba con muchas y con muchos.

“Basciere” era el verbo que el poeta empleaba para este nuevo acto del beso. Ya le tomaría algunos siglos a los franceses el inventar la mejor cosa que nos ha dado Francia después de los poemas Baudelaire: el beso francés.

El lejano Oriente, sin embargo, no se vio nunca bajo el Imperio Romano y no conoció la fiebre del beso. En estas tierras el beso ha tenido una suerte extraña: aún no nos explicamos por qué Jackie Chan y Jet Li nunca besan a las guapas chicas que rescatan en sus películas, pero basta con notar que en pleno siglo XX un cronista japonés que visitaba los Estados Unidos reseñaba un beso como un evento extraño y repugnante. Y que uno de los aciertos del filme “El último samurai” es que Tom Cruise no besó a la nipona durante las escenas tórridas.

El beso, junto a la música, la escritura y la electricidad, debe estar en la cima de las invenciones humanas, aunque tal vez Cristo no pensó lo mismo en el jardín de los olivos. Si el beso se hubiera popularizado unas décadas antes como una expresión del deseo y un preámbulo de la cópula, estoy seguro que Cristo y Judas se habrían dado un apretón de manos muy varonil y diplomático.





Comentarios

  1. jajaja pude imaginar la escena del apretón de manos varonil ... entonces... el apretón de manos habría de pasar a tomar el lugar que hoy ocupan los besos? O_o

    me encanta "el beso" de Klimt ... algún día compraré una réplica... o de perdida un póster :] ja!

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