PIRA PAGANA - MI PROYECTO: OCTAVIO PAZ

¡La peor Pira Pagana que he escrito! (culpen a mis exámenes de doctorado). Que la disfruten.

Octavio Paz murió a los 84 años, la edad media de muerte para un burgués mexicano en los noventas. Si la estadística está con nosotros, esa será más o menos la esperanza de vida por muchas décadas. Como estudiante de literatura recuerdo que la primer cosa "de literatos" que hice fue asistir a un ciclo de lecturas en honor a Octavio en la Universidad de Sonora en 1997.

Octavio Paz es un Tour de France para todos los estudiantes de literatura que quieren ser muy profundos y atractivos para los potenciales compañeros eróticos que piensan que la literatura es sexy. La aritmética de esta lógica va así: Octavio Paz más cigarrillos más alcohol más fiesta en casa de un compañero de clase es igual a rock and roll sexual.

Pero para los pocos que buscan a Paz sin afanes lisonjeros ni pretensiones pseudointelectuales el viejo maestro de Mixcoac puede ser un verdadero sementero de aventuras, ya sea en la lectura, en la contemplación de su aguda filosofía o en el regodeo en su escandalosa biografía.

Capaz de resumir la historia de la cultura de todo el mundo en un renglón, Octavio Paz es, a mi ver, el mexicano más brillante que ha posado su planta en la patria. Sor Juana es más brillante, pero por eso dije "mexicano". A ella la elegiría presidenta de México sin parpadear; a Octavio Paz le daría una secretaría con buen sueldo.

Pero estoy divagando, sólo porque he leído un par de libros del polígrafo a quien le hacemos homenaje este domingo; lo que quiero hacer es confesar mi proyecto. Le llamo, con insólita originalidad, "Proyecto Octavio Paz" y ha consistido, desde que estudio literatura, en imitar los puntos más importantes de la biografía del nobel-laureado.

Como Octavio Paz di clases a niños pobres en una biblioteca de la localidad, como él lo hizo con su cargo diplomático después de Tlatelolco, yo renuncié a mi puesto municipal como protesta a la represión del ayuntamiento contra huelguistas de una universidad técnica en 2001.

Después de un escándalo con un periódico estudiantil de la Universidad de Arizona puse un hiato en mis estudios para refugiarme en París, donde aprendí a cocinar. Él también fue a París, como yo, pero en 1969.

Igual que él estuve con una mujer amante de los gatos, quien me abandonó (en el caso de Paz él fue el macho cabrón mexicano que perpetró el abandono). Como él visité la India y como él me casé con una hermosa francesa.

Cuando iba a la mitad de la carrera me robé varios tomos de sus ensayos de la "biblioteca de correos", una pequeña e ignorada biblioteca en el centro de Hermosillo. Uno podía entrar cómodamente con una mochila vacía y salir con un lastre engordecido de conocimientos y pecado. En casa leí y leí a Paz con fruición, lo que consolidó mi proyecto: me convertiría en una sombra de Paz para lograr, por paralelismo, sus éxitos.

Todavía no me desilusiono del comunismo como él, el Estado de Sonora no ha publicado aún mis excelentes y completamente fascinantes poemas, todavía no he visitado Japón, pero, que me lleve el Diablo, díganme de alguien que le haya seguido los pasos más fielmente.

Al final de mi vida, por pura inercia, el premio Nóbel caerá en mi poder como una fruta muy madura que cae en la boca del perseverante cuadraplégico que se moría de hambre bajo el árbol.

En 1990 paz convocó a un puñado de intelectuales de café, como Mario Vargas Llosa y Jean-Francois Revel para una reunión de "Vuelta", el grupo-revista que fundó en tiempos legendarios. Una tía me regaló ese año un montón de cartuchos VHS con esas discusiones, que, curiosamente fueron transmitidas en televisión abierta.

Queridas lectoras, yo tenía diez años y mi tía quería que yo fuera culto y exquisito, con monóculo y trofeos de cacería en mi salón de fumar. Grabé sobre esas cintas las más variadas y divertidas cosas, como los Thundercats, las películas de las tortugas ninja, capítulos de telenovelas para mi madre y algunas películas caseras de cuando podía tener prestada la videocámara de mi tío rico.

Ahora esa reunión de Vuelta no se puede conseguir ni ver en ningún lado. La ruta de Octavio Paz fue suya, no la mía, pero detrás de esa ruta se vislumbra un camino que reconozco como una lección invaluable: Hacerse uno presente al trazar el propio pasado y apostar en el futuro. Y robar la vida de otro sujeto para ganar el Nóbel. Dios dirá.


Comentarios

  1. jejeje... "Tour de France"... lo demás medio mamerto :/

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  2. Yo tengo más derecho a ser Octavio Paz! Yo lo plagio con más regularidad, eso te consta.

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  3. René:
    ¿Verdad que me quedó bien sarra?

    Lope:
    No creas que (de manera no gay) no estuve pensando en ti durante toda la concepción y redacción de este mojón.

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