PIRA PAGANA - ELOGIO DE SANTA ANNA

Todos recordamos al presidente Antonio López de Santa Anna como a un demente, un megalómano con deseos de semidiós que sodomizó nuestro país con los pepinos espinosos y texturizados de la ambición y la locura, pero lo que nunca hemos hecho es darle el crédito de una de las dos únicas batallas militares ganada por el ejército mexicano en toda su historia.

La batalla de Puebla es la otra ocasión excepcional y sí fue una ocasión de gloria para las oxidadas y tercermundistas armas nacionales, pero déjenme poner esto en consideración: Santa Anna ganó su batalla en territorio estadounidense. Es como ganar un juego de béisbol como visitantes, id est, más cabrón difícil.

Reflexionemos: ¿Se han fijado que los mexicanos mestizos no hemos ganado una sola maldita guerra? Y ya que mencionamos deportes, creo que se refleja en el fútbol: los mexicanos somos pacíficos y tranquilos cuando se trata de combatir a los guapos y musculosos representantes de otros países, pero cuando el trabajo es derrotar (chingar) otros mexicanos las batallas (o partidos) son encarnizadas.

La Revolución Mexicana fue un ejemplo de que tenemos pelotas históricas: un millón de muertos a principios del siglo XX era algo nada modesto; esto probó que los mexicanos somos humanos a fin de cuentas, ya que sí pudimos hacernos de la disposición volitiva (que no vomitiva) de matar mucha gente con pistolas brillosas.

Pero, como dije, pongamos frente a nuestras armas nacionales un tropel uniformado de gringos o franceses y bajo el ataque de sus simiescos e infantiles rasgos rubios, sus tiernos acentos equívocos, les rendiremos, inermes, los brazos, enternecidos.

¡Pues Santa Anna estaba bien loco! Alguien le contó al Seductor de la Patria que los tejanos querían independizarse y, claro, la noticia no le gustó para nada. Vistió su ejército con las mamfloronas capas de seda que había comprado en París, se puso su pierna de palo, se enredó en el cuello sus collares de santería y, a pie y galope, recorrió los mil malditos kilómetros que separaban su campamento en Zacatecas de el fuerte del Álamo en Tejas.

No podremos jamás perdonarle a Santa Anna la cesión de California y el resto de sus estupideces, es cierto, pero una parte de mí siempre admirará al hombre que ganó la única batalla internacional mexicana fuera de sus fronteras. Y en estos momento anti-USA por los que paso soy avatar de la furia ciega del cretino que perdió la mitad de México y al mismo tiempo del héroe que mató en el Álamo no sólo a todos los tejanos que resistían, sino a dos (sí, dos) héroes folclóricos gringos. Bien hecho, Su Alteza Serenísima.





Comentarios

  1. jajajaja te mamaste a la verga pero si, pinche santa ana estaba pirata, y la neta tuvo una pinche vida a bien pinche curada. ya muerto el cabron, que le importa lo que diga la historia de el???.

    pero hay que leer ese libro de mexico mutilado que esta curado de martin moreno, lo describe bien pinchi jajaja hasta cura le sacas al santa ana.

    sobres pirata.

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  2. La cagaste... perdió la pata en 1838 en la guerra de los pasteles, la independencia de Texas fue en 1836

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    Respuestas
    1. Era un recurso estético para enriquecer la narración. ¡Gracias por arruinar la fantasía!

      No, ya en serio, sí se me fue el rollo.

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