Pira Pagana - Hombre a tierra

Como profesor me tocó ver florecer una época de entusiasmo educativo. La docencia encontró desde la segunda mitad del siglo XX la renovación que necesitaba después de haber tratado a alumnos y maestros como piezas de un ajedrez en el que unos valían más que otros y donde el educar era una especie de guerra entre los que saben y los que no.

Después de la época de la didáctica “antiqüi”, que duró desde la Edad Media hasta la Ilustración, educadores como F. LaSalle, Delpapa Lamitra, G. Makarenko y John Meyer Wilkinson (en este orden, omitiendo a muchos) le dieron a la docencia nuevos y necesarios bríos. Pero los últimos esfuerzos de esta ola de renovación le tocaron sólo a generaciones anteriores a esta.

La edad dorada a la que me refiero es la más reciente: La de la norteamericanización de la educación en la que el alumno —el cliente— deja de ser un elemento pasivo para convertirse en un agresivo gestor de no sólo conocimiento, sino de habilidades, actitudes, aptitudes y criterio.

Qué montón de basura. La instauración absoluta de la educación “crítica” es una forma sutil de decirnos que con cada generación nos volvemos más estúpidos.

¿No fue la didáctica tradicional de reglazos en las manos la que educó a Octavio Paz, el divo? ¿No fueron los maestros que fumaban en clase y se quedaban dormidos los que nos dieron a Borges? ¿No se gradúan acaso —bajo los nuevos sistemas educativos de moda— un montón de mentecatos?

Utilizar la didáctica tradicional suena muy mal estos días: Un maestro —depósito, cáliz de todo el conocimiento— se sienta —sentarse es pecado para la nueva didáctica— y habla por incesantes minutos sobre la guerra de Troya mientras los alumnos anotan en un cuaderno o inventan técnicas para dormirse con los ojos abiertos o escribir dormido (yo me sé una de éstas).

Yo tuve un maestro que nunca se puso de pie sino para salir del salón. Fumaba habanos o marlboros en clase y hablaba sin parar. Nunca utilizó el pizarrón excepto una vez que debió escribir un apellido alemán inasequible. Era tan no-moderno que escribió en el pizarrón blanco con un marcador permanente.

De él aprendí tanto o más que con los “dinámicos” profesores que mostraban transparencias o proyecciones computarizadas. Volker Schuller Will no necesitaba convertirse en un acróbata para darnos a entender las cosas.

Dale a tu cuerpo alegría, Makarenko like it's 1996.
Hay que aceptar que a veces los profesores sí tienen el conocimiento que nosotros no. Hay que aceptar que a veces —muchas veces— los estudiantes somos bolsas vacías que quieren llenarse. Por qué estigmatizar la didáctica tradicional: A veces los estudiantes sí somos estúpidos. La educación no debe ser una guerra de orgullos: ya estamos grandecitos como para enojarnos cuando se nos dice la verdad.

La vida y los golpes de la vida no nos van a poner un power point para que les entendamos. No todo el mundo va a tener la paciencia de trabajar en equipo cuando un problema de a de veras se presente.

El error está en no dejar convivir la didáctica tradicional con la didáctica crítica, en considerar a los catedráticos que monologan unos perezosos egoístas y a los juveniles profesores que hacen "dinámicas" unos superhéroes de la educación.

En este mundo de inclusiones arbitrarias, podemos hacer una más sin que nadie salga dañado: Tanto los denostados profesores catedráticos y dinosaurios como los alabados profesores de la nueva ola norteamericanizada pueden ser, al final, unos idiotas terribles.


Comentarios

  1. bueno, con la educación tradicional también salían muchos mentecatos. da igual. mentecatos letrados o analfabetos, mentecatos estimulados o no estimulados. gente traumada por los golpes de un maestro o por otros golpes o por la falta de golpes. nunca faltarán.

    ora bien, con los volkeres (te extraño, mi alemán favorito) sólo aprenden los que quieren aprender, los que están dispuestos a dejarse empapar por un rico bagaje depositado en la persona del maestro. y eso no está mal. también sirve ver un maestro tan chingón, dan ganas de hacer todo lo posible por llegar algún dia a saber aunqe sea un poco de lo qe sabe él. además, con volker estaba la ventaja de que en cualquier momento podías ir a dialogar, a preguntarle cosas. era muy paciente, se veía que de verdad le gustaba enseñar (y conversar). no todos los maestros autoritarios y tradicionales son así tampoco. ni todos (por desgracia) saben tanto, y algunos qe sí saben mucho no lo saben compartir o no lo quieren compartir...

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  2. Con el uso de la educacion para el talento y el trabajo colaborativo, tambien se tuvo que bajar los estandares, para poder asi tener mayor numero de egresados...que ironia, las escuelas se han convertido en granjas de egresados.

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  3. qué bonito se ve tu blog de blanco...

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  4. mff soy una jovenaza ...yo creo que lo último de la educación "de verdad" me tocó apenas en la primaria... todo lo demás lo sentí taaan mediocre :C
    mala suerte para mí. Pero ya lo decidí, voy a intentar llenar mi vacío de ignorancia tomando los cursos en línea gratis del MIT (
    http://ocw.mit.edu/)YES!, a ver si es cierto que son tan chukis... :o

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  5. Perséfone:
    Todos extrañamos a Volker, en verdad puedo decir que él cambió todo lo que pensaba sobre educación.

    Mariana:
    Son como lentos supermercados de títulos. No creerías (sí creerías qué mentecatos he visto salir con maestría de entre mis compañeros)

    GuinEver:
    Ya lleva como un año así, HAHAHA! Gracias, Guinever.

    Charlotte:
    A la madre, no sabía eso del MIT... cobran mucho?

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