POP, PUDOR Y VINTAGE: UN VIAJE CABRÓN POR UNA GALERÍA EN EL DESIERTO

No creí que iba a salir del Pueblo Yaqui con vida. Me desperté esa mañana a las once para poder tener tiempo para todo. No me bañé y aún tenía cemento en el cabello, pero estaba dispuesto a convertirme en un danzante del venado y tomé mi carro y me fumé seis cigarrillos antes de llegar.

Una hora más tarde mi Ford Topaz 1986 conoció brusquedades inéditas; por primera vez en 10 años que llevo manejándolo arranqué en seco y tomé la autopista a más de cien kilómetros por hora con dos furgonetas llenas de locos cabrones enojados conmigo.

Llegué rápido al grueso de la ciudad y decidí caminar por las calles del centro para perder a mis perseguidores. Cuando cayó la noche miré mi reloj: era hora de irme a la galería donde mi amigo Enrique Vázquez iba a exponer.

Cuando llegué y fui saludado por amigos y conocidos nadie imaginaba que estaba huyendo de yaquis enojados. No sé por qué me tomaron tan a mal si yo también soy yaqui, al menos parte de mí tiene que ser yaqui; pero traten de convencerlos: es inútil.

Lo que vi en la galería fue la huella de los sueños de Enrique: algo que él vino maquinando desde varios años atrás. Tantas veces pasó y repasó su idea de una exposición de sus "fotos del pudor" por los filtros de mi opinión que cuando vi la idea hecha realidad me pareció algo sumamente hiperreal.

Ver fotografías de bellas féminas descamisadas es un lujo que todos los burgueses asquerosos tenemos en la punta de los dedos gracias a la Internet, pero verlas a través de la lente de Enrique “Guggenpop” Vázquez es algo distinto: se evidencia en su fotografía las ganas de ser arte; no hay modestia ni sutileza en la glamorización de sus sujetos. No hay comentario social, no hay pseudo-profundidad. Son fotos cool.


Algunos miembros del Club Chufa, reunidos para Pop, pudor & vintage.
Gustavo Susarrey, Enrique "Guggenpop" Vázquez, yo, Erasmo Acosta y Harry.
Las fotos de la exposición las vi innumerables veces antes del gran día. La gran sorpresa fue verlas en gran formato. A varias personas les comenté que lo mejor de la exposición era por fin ver fotos grandes en una galería, pues la mayoría de los fotógrafos, automatizados y robóticos, optan por presentar fotos chiquitas en el reglamentario marquito de cartón negro. Enrique decidió poner a prueba el perfilado y resolución de sus fotos y las expuso en grande. Bien por ello.

Estoy seguro que todos la pasaron muy bien; yo miraba sobre mi hombro e imaginaba que un cuarteto de camisas blancas y rostros enervados saltaban a la acera desde la caja de un pickup. No me pude estar mucho en la galería. Le dije adiós a Enrique y a algunos pocos amigos que encontré allí. Creo que no notaron mi prisa y el sudor en mis axilas. Tenía hambre y una carga en la conciencia. Me pesaba como un montón de peyote robado en los bolsillos.

Puede vd. Ver el arte de Enrique en su galería en DeviantArt:

Paz.





Comentarios

  1. quiero probar peyote. puedes tú conseguirlo si coincidimos algún día en hermosillo? :D

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  2. Carlos Mal,

    Gracias por tu maravillosa reseña. De verdad que es bien chingón leer el trabajo de uno vistos por los ojos de un segundo o tercero, y más con un estilo tan chingón como el tuyo.

    ¡Gracias!

    Ricco Maldonnado

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  3. Cállate, Mal. Todos sabemos que los emo escriben sobre su melancolía de amistad... tú eres, yo no.
    JAJA

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  4. libro abierto dandole ojos al ciego

    Felicidades!

    www.castrodeali.com

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  5. Neta si, eso de los marcos negros con las fotos igual pegadas en opalina negra ya está muy trilladon.

    Muy pinche pretencioso a mi gusto

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