Pira Pagana - Toda la historia de la educación en mil palabras


No perdamos de vista que el aprendizaje es un proceso natural y la educación no. El aprendizaje precede a la educación por mucho, si notamos que la selección natural misma es un tipo de aprendizaje a escala orgánica.

El material genético de los seres vivos posee una especie de memoria que recoge los eventos que habrán de modelar la evolución de todas las especies. Esta “memoria”, pues, “aprende” de su entorno de manera natural y aplica esta información al desarrollo favorable de los organismos.

De una manera similar el aprendizaje instintivo tampoco requiere de más educación que la necesidad: un niño aprende a caminar por sí mismo. Si nadie le enseñara, sucedería de cualquier manera, como lo mostraron los terribles experimentos que McCulloch realizó con niños a finales del siglo XIX en Inglaterra.

La educación llegó al mundo, necesariamente con la aparición del Homo Sapiens y con su evolución negativa en lo instintivo. Ergo, la educación es el esfuerzo de nuestros avanzados cerebros por perpetuar una especie cada vez más inepta en el ámbito fisiológico.

Esto es: en comparación con el resto del reino animal, el ser humano ha ido perdiendo capacidades físicas para sobrevivir, compensando esta inutilidad con un desarrollo inusitado del cerebro (y en esto sigo las teorías evolutivas clásicas de Wilson y Gilles).

Imaginemos que una hembra humana se da cuenta de que el recién nacido no puede caminar ni valerse por sí mismo en mucho tiempo. Observa cómo las crías de las gacelas pueden trotar apenas unos minutos después de nacer y cómo las aves requieren de unas pocas semanas para aprender a volar.

Los seres humanos debemos esperar cerca de un año para que la cría camine dificultosamente. Tampoco su cerebro y facultades comunicativas están a un cien por cien. Si nos rodeamos de estas pequeñas criaturitas estúpidas la raza humana está perdida. Inventemos la educación hasta que sean tan exitosas como nosotros.

Tenemos mucho de bacteria. Es increíble que habiendo llegado a un grado de sofisticación en el cual podemos meter unos cuantos yens en una máquina y obtener unas pantaletas usadas por una colegiala en Tokio, seguimos siendo seres celulares e instintivos, movidos por los hilos que presintió Darwin.

Todos los esfuerzos de nuestra vida están consagrados a dos fenómenos microbiológicos: reproducción y conservación. Todos. La educación pertenece a este último. La educación aparece junto a la civilización cerca del año 10 000 a.C., incluso antes de la invención de la cerveza y de la mariguana, vitales para la educación (o el aprendizaje) de la edad moderna.

La primera educación no era estrictamente formal: consistía en una transmisión de la sabiduría para la vida cotidiana. Así, el padre o tutor enseñaba al hijo o pupilo a cazar, usar las herramientas y construir casas. Igualmente se le iniciaba en el respeto a los mayores y a la propiedad privada, se le instruía en las creencias religiosas —si las había— y las reglas básicas para vivir en sociedad.

La educación formal fue posible hasta después del inicio de la escritura y poco después de la transformación de lo escrito en norma, ley o artículo sagrado. La escritura contenía, muchas veces, el conocimiento: datos que probaron ser útiles muchas veces después de un arduo proceso de descartar por intento y error un conjunto de datos parecidos.

Desde este entonces era vital que una sociedad recordara este conocimiento, el cual muchas veces cifraba un bien práctico para la comunidad: aquí de nuevo el afán de conservar una especie próspera le dio auge a esta transmisión de datos.

Esto fue norma desde la antigüedad clásica. Ahora no solo el conocimiento práctico, sino también el que era “bello” se conservó para la posteridad. Ética, estética y ciencias naturales nacen de esta consideración, y así, el estudio y registro de los que la aprendían, y esta dinámica ha continuado hasta nuestros días, acumulando el conocimiento de innumerables generaciones en paquetes sórdidos de conocimiento, insondables como las tripas del Diablo.

Las academias de aprendizaje iniciaron en la baja Edad Media inspiradas en el trabajo de síntesis de la escolástica cristiana. Por fin, con la estratificación de las clases sociales, apareció un puesto que era consagrado a “aprender”: el clérigo, el único autorizado en la Edad Media a leer sobre ciencias y los textos sagrados de Occidente. El resto de la población debía contentarse con aprender de lo que ellos aprendían, creando así la veteranísima profesión de maestro.
"El Maestro", de la serie Doctor Who.

Antes de la aparición de las escuelas los nobles recibían la educación en casa y, dado el completo analfabetismo de quienes no tenían dinero, no había necesidad de clases en grupo.

Con la caída del Imperio Romano, el fin del feudalismo y el triunfo de las sociedades mercantiles en Europa —triunfo que desembocó en el descubrimiento de América y la institución de la modernidad—, las academias se abrieron, y con ellas nació el aula escolar, repleta de burgueses que buscaban el saber.

En el fondo, la escuela es una especie de fila en un banco. Una especie de prueba de resistencia. Tomemos como ejemplo las licenciaturas y posgrados. No hay reprobados ni expulsados. Todos somos aprobados, sin importar qué tan estúpidos o ineptos seamos para lo que estudiamos. Es una especie de guardería socioeconómica para adultos inútiles.

Desde sus inicios las escuelas no han seguido realmente el conocimiento. Sirven, tal vez como una medida de control social, apoyando el análisis y los valores morales. Pero el conocimiento está, en verdad, en el cuerpo y en el entorno. Y ya.

Platón buscaba el saber. Joshua ibn Yoseph, nuestro Dios de Nazareth, buscaba el saber. Don Quijote buscaba el saber. Compare usted, lector, estos personajes con cualquier aula de hoy en día y benditos sean los pocos que queden más o menos bien parados.

Comentarios

  1. waaagh... agh agh aaaaaah... OOG OOG OOOOOOOOOOOOOOOG

    (iba a aescribir una respuesta terriblemente coherente, de alto contenido filosófico e inteligente pero me vi interrumpido por una imágen de una sexy teacher :p~)

    -Loko

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  2. ya calmense a la verga, dejen de poner fotos de mujeres como objetos sexuales.

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  3. Pues dejen de tomarse fotos donde "aparezcan como objetos sexuales"

    Olviden lo que dije. Sigan tomándose fotos donde aparezcan como objetos sexuales (aunque ya sabemos que no lo son)

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  4. Oyeee la educacion tambien es un proceso natural... alguna vez has visto a una gata enseñando a cazar a sus crías?
    O que tal cuando el águila deja caer presas muertas para qe el aguilucho practique??

    También, la educación precede con mucho a la palabra escrita, los celtas tenían una amplia tradición oral... los druidas debían estudiar más de 10 años para ordenarse... ahí, ya existía incluso la educación como institución (con amplia influencia social).

    Las academias de aprendizaje también datan desde antes de la edad de oro griega, en tierras egipcias.

    Obviamente, esa educación estaba limitada a clases influyentes, la educación para el pueblo se utilizó con otros fines y por mucho tiempo estuvo limitada a la enseñanza de oficios.

    Eso sí, pocas escuelas no filosóficas dan a luz gran cantidad de genios sólo por su método (como la de Pitágoras), tal vez por reflejo a que la única manera de destacar es mediante el esfuerzo personal.

    Pero eso sí, la academia resulta ser una expresión de sus integrantes y, no es culpable como institución de los defectos de sus representantes.
    Trae más bien que mal.

    A lo largo de la historia los genios se crean y dan como fruto muchas veces más de lo que reciben.

    No culpemos a la escuela, sino a la mediocridad voluntaria...

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  5. AAh, y lo más importante que se pueda enseñar, generalmente no necesita de palabras... como la vivencia conjunta de experiencias.

    Las palabras salen sobrando.

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