PIRA PAGANA - SATANÁS Y EL DESTINO

A Luis Lope, mi maestro


SEÑORAS, SEÑORES: pongámonos metafísicos hoy. Estamos todos ante una crisis constante, una crisis diaria. Aquél que no cree en que tenemos un solo destino imperturbable no puede creer en un Dios todopoderoso.

Aun cuando creamos que Dios nos da el libre albedrío para acomodar nuestros actos a Su voluntad, es obvio que Él ya sabe —y siempre ha sabido— nuestras causas y nuestros efectos. Si creemos que podemos cambiar el destino, siento mucho decirlo, somos llanamente satánicos.

Primeramente, recordemos la mitología que rodea a Satanás: los ángeles no tienen alma, no tienen personalidad y mucho menos voluntad, son mensajes (“ángel” en hebreo es “mensaje”), son la Palabra de Dios, una especie de software espiritual.

El ángel que Milton llamó Lucifer se rebeló contra Dios (este acto personal sólo puede explicarse por la voluntad divina: Él provocó la rebelión) y cometió el primer pecado y fue expulsado del Paraíso, arrojado al abismo.

Muchos intérpretes y teólogos (Elaine Pagels, Rocco Sifredi) creen que la rebelión de Satán es un calco o eco de la rebelión de Adán, que decide tomar el fruto del árbol de la ciencia. Yo creo que son la misma cosa, la misma crónica de una sola caída del orgullo, sólo que el Antiguo Testamento es muy chico para que cupieran ambas.

Satanás, un mero mensaje —no un mensajero—, un poema, no un poeta, comete el pecado de pensar que puede trascender su destino de instrumento. Ese debería ser el pecado original, y en cierta forma lo es: Adán quiso desatarse del destino único de ser feliz e ignorante y es castigado.

Aparte de este pecado, el papel de Diablo no es tan malvado en el resto de las Escrituras, es el tentador, el acusador, sus pecados no son ofensas directas, son menores: nunca lo vemos matando o violando a alguien: en muchos sentidos Hitler, Stalin y Porfirio Díaz son más malos que el Diablo.

Otra teoría interesante —aunque es gnóstica, ergo herética y mariguana— es que la serpiente es Cristo, es decir, el destructor del viejo código, el que dijo que la verdad nos hará libres (y salvos). Su seducción de Adán y Eva es el Evangelion y el Dios dictatorial del Edén es el demiurgo malvado, una emanación muy pero muy lejana del Dios verdadero.

Pero volvamos al punto. El único y constante pecado satánico es asumir que podemos vencer nuestro destino. La Escritura lo comprueba: Satanás sabe que perderá la guerra final contra Dios, pero sigue intentando juntar las huestes del Armagedón con cada una de nuestras almas.

Los tiempos modernos, que entronizan el progreso, nos han enseñado que podemos abrirnos el camino por nosotros mismos, triunfar, rebasar nuestro destino. Nos enseña la inconformidad y nuestros derechos inalienables.

Pero nosotros llevamos todo muy lejos y nos pensamos libres de los hilos férreos de Dios, independientes del programa invencible que tenemos pegado, atenazado en cada célula como minúsculas bombas de tiempo. Se nos olvida la muerte y cómo ella deja en ridículo todos nuestros planes y escupe en la cara de nuestro progreso.

La crisis y el dilema están aquí: nuestros actos de resistencia contra el único destino que conocemos, la muerte, son los que nos hacen humanos: no podemos dejarnos morir sólo porque está escrito en nuestros cuerpos como una ley de hierro.

La Iglesia medieval inventó una excusa respetable: debemos vivir para demostrar con nuestros actos que somos cristianos. Sin embargo, olvidaban que el mismo Cristo nos aseguró que nuestros actos no garantizan nada y con sólo creer somos salvos. Entonces ¿qué demonios hacemos con el resto del tiempo?

¿Cómo podemos aceptar nuestro destino (diseñado por Dios con todos sus detalles) sin comprometer nuestra vida humana? Señores, señoras, esta pregunta ha estado flotándonos entre las orejas como una polilla gorda y ruidosa por milenios. Y parece que no hay respuesta. Me gusta revolver los frijoles pútridos del espíritu. Por joder, nada más.

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Comentarios

  1. Sin comentarios, el diablo me da horror!

    Aprovechando, Congratulations por finalizar tu maestría, qué chingón. Algún dia he de invitarte un tarro bien helado con un cigarrillo.
    En hora buena Pachuco!

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  2. Mira Pachuco, se te va aparecer el diablo por baquetón verás,,,

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  3. Recuerdo la Biblia que por motivo eterno te regalé. Al parecer, tu última entrega pagana es un producto indirecto de nuestras añejas y largas disquisiciones teologales. Y no, no hay que amar el diablo sólo porque sea el enemigo.

    P.D. Doré sí que era cañón!

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  4. Doré era un cabrón, sí, Lope... Sabes de qué me acuerdo con mucha risa, aunque me acuerdo mal, como siempre?

    De cuando te imaginas al diablo en el Infierno burlándose de nuestros hedonismos con la frase:

    "Ahora sí, cabrones"

    O algo así...

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  5. Carlos,

    Ese diablo del que hablas es un pobre diablo, el chiste es que sea un diablo chingón, de esos que se aparecen en los bailes para seducir jovencitas que, a mi parecer, quieren ser seducidas.

    Lo de que sólo por creer somos salvos pues que chingón, ahora me iré a los lupanares y no descansaré hasta regresar con el pico lleno de bubas purulentas. Yeah, yeah.

    Volviendo al diablito, es Beaudelaire el que dijo que los poetas están del lado del chamuco?

    Saludos y te veo por acá.

    Alx Rmz

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  6. prefiero creer en el dios de la física cuántica, el dios del azar y la indeterminación. pero también creer en un dios del que formo parte, y de un universo y un entorno que no están disiciados de lo que soy, ni son independientes de mí, de mi percepción y de mi voluntad.

    (°J°) (°J°)

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  7. Es curioso hablar de un destino que sólo se manifiesta retroactivamente... y bajo cortinas divinas.

    Si no es posible conocerlo, y aun menos evitarlo (adusiendo que lo mismo que lo disgrega lo define) entonces existe sólo subjetivamente, mientras su misma urdidumbre nos dice que ontológicamente no existe más que por elección propia:

    No se elige si se conoce, no se conoce si existe, y no existe si se elige. Supongo que el centro de ese círculo es la voluntad y el exterior la realidad...

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  8. Pacheco my bother
    yo adoro a satanás
    rifa tu blog :D

    hahahahaha

    ando bien pedo

    -loko

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  9. Para mí que Carlos profesa la religión pacheca, más que creer en dios o el diablo....

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  10. Dios no es omnisciente, ¿quién dijo eso? Dios no, por supuesto, no lo menosprecien.
    Pensar que Dios fuese omnisciente sería como rebajarlo al triste papel de narrador en tercera persona. Dios es autor de una novela en la que nosotros somos personajes, tenemos vida propia; nuestras acciones y nuestro futuro dependen del destino y de nuestras actitudes. Dios no narra nada, nosotros narramos sin conocer bien la trama y sin certeza del final de la historia (si es que va a haberlo). El final de esa novela es uno que no conoceremos. Resignarnos ante ese hecho nos vuelve vulnerables, incompletos y frágiles, pero, al mismo tiempo, suspicaces e hipotéticos. Ahí residirá nuestra fortaleza.
    ¡Vivan las maestrías literarias!

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