ADIVINARON: UN POST SOBRE LA INFLUENZA

HAY ALGUNOS QUE DICEN que tengo mala suerte. Y no la tengo así como uno tiene un sombrero puesto en la mollera, ni como uno tiene calor. La tengo como uno tiene talento o simpatía, es parte de mí como mi acento sierreño mezclado con acento de nerd mam flakes que escucha ópera y come tofu con champiñones en su barrio sin pavimento mientras el resto de la familia come carne asada en el patio.

Hay otros que no sólo dicen que tengo mala suerte; lo llevan a otro nivel y me evitan con tal de que no les caiga un elefante en llamas encima o con tal de que no se le seque espontánea y miserablemente la genitalia.

Es por eso que ya dos personas me han culpado de la influenza que este fin de semana sorprendió a nuestro México. Y es que el día que llegué a visitar México es cuando todo empezó y las noticias comenzaron su cacareo amedrentado día y noche sobre cómo todos nos vamos a morir.

Siendo muy racional no creo haber causado la influenza, simplemente porque no como muchos productos de cerdo, y más importantemente, porque no tengo ningún tipo de resfriado por el momento.

Pero si creo en la mala suerte quiere decir que no soy muy racional.

Y es que ¿saben qué? prefiero decir que yo, Carlos Mal, soy el responsable de la epidemia a que comiencen con las teorías conspiratorias. Todos de inmediato comenzamos a buscar el chivo expiatorio. Vamos a dementirlas:

Teoría 1: Novus Ordo Seculorum: Los pinchis gringos crearon la mutación en laboratorio y se la van a echar a los países pobres como si fuera la pimienta del Diablo.

No. Para qué. No les conviene. México no es el país más pobre de Latinoamérica. De hecho es el segundo más rico después de Brasil. De haber querido chingarse a los pobres ahí está Haití, donde algunos han tenido que aprender a comer lodo.

Teoría 2: Panis et circenses: El Gobierno mexicano soltó el virus para distraer a la gente de todas las cosas malas que están pasando.

A los narcos les vale gaver que sea el cumpleaños del Abad: ayer ejecutaron a tres sujetos en Sonora. Sí, probablemente los sicarios traían puestas sus máscaras quirúrgicas sólo por precaución. Es cierto, los medios de comunicación dejaron a un lado esta noticia y siguieron la perorata sobre cómo el virus nos va a chingar a todos por el ano, pero no: decir que los mexicanos requieren de algo tan complejo y grave para ser distraídos es sobreestimar nuestra inteligencia: a los mexicas nos basta con fútbol, Galilea Montijo diciendo barbaridades, la guerra de chistes en Telehit y los chismes del espectáculo para distraernos bien hardcore. Somos bien fáciles y domados.

Teoría 3: Lacrimosa dies illa: El virus va a desencadenar el apocalipsis zombie:

No. El mundo no es tan maravilloso como para traernos una catástrofe sobrenatural. El mundo es triste y amargo, y sus catástrofes son cercanas, reales y a flor de piel, y no se nos permite el lujo de traer katanas en la calle y copular salvaje, anal y sudorosamente con heroínas pechugonas a las cuales salvamos con nuestros musculosos y hábiles brazos de heroísmo.

Además todos sabemos que el apocalipsis zombie, si fuese posible, sería causado por nanotecnología, no por un virus.

Teoría 4: Dies Irae: La influenza es un castigo de Dios porque en el D.F. todos son muy malos (traducción: Dios por fin está matando a los pinches guachos vale-mierdas).

No. Dios no es un agente de castigo. Tus papás lo son. Ese Dios encabronado y psicópata existe en las páginas del Antiguo Testamento, el cual ya está bien superado por el upgrade que le hizo Cristo. Si ustedes son cristianos la idea de un Yahvéh emputado que manda huracanes, reggaetoneros y virus a los humanos no debería tener cabida en sus esquemas. Si ustedes son ateos pues qué hacen aquí, sáltense al siguiente punto.

Los chilangos no son malos, y aunque hablan bien jodido (como si todo fuera pregunta), suelen ser chiquitos de estatura y son feos comparados con los muchos Brad Pitts y George Clooneys que tenemos en el norte de México, sólo tienen la culpa de tener más cosas que nosotros, mejor clima, ciudades más dinámicas, mejor gastronomía, arte, cultura, mejores bibliotecas, una identidad e historia.

Hermosillo (1850) vs Ciudad de México (1828), click para agrandar.

Por eso los odiamos: porque somos bien rancheros broncos boursistas y enchilados, racistas de clóset y lloricones, abandonados por los putos misioneros en medio del puto jodido desierto. por eso nos alegra a todos que se estén muriendo como sabandijas miserables sin alma. Así somos de chingones en el norte, ajúa, simón, chingado, arriba la machaca de caballo!

Ah, y por cierto, decir "pinche chilango" es una contradicción: Sólo los chilangos dicen pinche. En el norte decimos "pinchi". Y así se debería escrbir, pinchis ignorantes.

Finis: Conclusión

Tristemente, el 99% de las teorías conspiratorias están equivocadas (véase la negación del Holocausto). La navaja de Occam corta bien duro por en medio de todas y las deja destripadas en el suelo, pidiendo confesión entre estertores de sanguaza. Personalmente me gusta muchísimo creer en ellas y siempre que salen a relucir me gusta echar leña al fuego y sacar a colación más datos cada vez más descabellados y paranoicos. OVNIs, los asesinos de Kennedy, la filmación del alunizaje por Stanley Kubrick.

Pero pues, la cosa es más triste. Las torres gemelas fueron derribadas por Al-Qaeda, no por Bush. El Amero no existe ni existirá. El gobierno nunca nos va a implantar un chip secreto en el culo. En Roswell lo que cayó sí era un triste globo para medir el clima. El chupacabras no existe. Pie grande no existe. Nessie no existe. Canadá no existe.

La verdad está allá afuera. Y es aburridísima.

Pero eso sí. A Colosio lo mató Salinas, esa no es teoría, es secreto a voces.

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