PIRA PAGANA - O MIO BABBINO CARO

La ópera es indestructible. No hay otro tipo de arte por el cual el tedio renovador del espíritu humano haya pasado menos que por la ópera. Aunque esta no es un tipo de arte, precisamente. Es una síntesis: Veamos.

Todas las artes, desde la música hasta el cine han, necesariamente, seguido una línea de progreso hacia las vanguardias y después hacia su actual y aparente desaparición. Pero no, no, señor, no la ópera: parece muy extraño o muy mocochango, pero nótelo usted: la ópera, en sus orígenes sí cambió y se adaptó a las modas y tendencias que le dieron una forma sólida. Pero una vez que se convirtió en la “gran ópera” que ahora conocemos logró la incorruptibilidad. Prueba de ello es el famoso “Repertorio Operístico”, una lista canónica de unas cuantas obras que son las que todavía se representan, y su ejecución y presentación son prácticamente idénticas a aquellas de hace trescientos años: No es que la ópera no pueda cambiar, sino que simple y sencillamente, no quiere. ¡Whoa!

Que quede bien claro que la palabra “ópera” en latín quiere decir “las obras”, así como Biblia quiere decir “los libros”: en la ópera los primeros críticos de arte vieron una conjunción de todas las artes que valían la pena. Desglosemos esto en el siguiente párrafo.

La ópera es literaria en su libreto, arquitectónica en el diseño del teatro, plástica en la escenografía, dancística (a veces), y más evidentemente, es teatral con sus personajes en acción y es musical en cuanto a que baña todo esto que mencioné con música instrumental y vocal, como si se trataran estas de una especie de salsa deífica.

Esta integración que ninguna otra disciplina ha logrado tan plenamente le ha dado a la ópera un aspecto sublime que no puedo, sinceramente, discutir. Hay otras manifestaciones artísticas, como el cine, que también combinan teatro, música, danza y fotografía, pero que sí se han visto honda e irreversiblemente modificadas con el paso de las nuevas tendencias.

Hace ya bastante que la ópera se ramificó en operetas y subgéneros regionalistas: las zarzuelas, los musicales y la ópera rock. La gran ópera, sin embargo, sigue casi intacta. Por supuesto, hubo intentos de modernizarla, pero fueron sólo eventos inevitables (algunos notables, como los musicales de Brecht y Weill) que, sin embargo, no pudieron convertirse en la nueva norma, como sí ha pasado con todas las artes por separado.

Imagino a qué grado de sorpresa habría llegado la pintura si no se nos hubiera hecho pasar el viacrucis horrendo del expresionismo abstracto. Después de Pollock y Kandinsky, la pintura ya no podrá volver al clasicismo mimético. En cambio en la ópera, curiosamente, una de las obras del Repertorio que se considera “novedosa” es la más “realista”, la más inmediata.

Me refiero a “Cavalleria rusticana”. Esta ópera está basada en un cuentito de amores frustrados y cuchilladas escrito por el fanático realista e involuntariamente grosero Giovanni Verga. El cuento de este siciliano de fálico apellido no es gran cosa: un mero documento de la vida campesina del siglo XIX, pero la ópera la dotó de un aura de santidad.

Pietro Mascagni, quien le puso música a este humilde motivo, no nos mostró lo que vale Verga ni la profundidad de su obra, sino que nos mostró que sin duda la ópera es un dedo de Midas. La ópera basada en este cuento es la única del Repertorio con tema rural no elevado, sin intervención de la aristocracia o de un rey: Señoras y señores, ¡esta es la vanguardia de la ópera!

Le extrañará al lector que no me deshaga en agudas, mordaces y rabiosas quejas hacia la ópera, que sí tiene sus vicios y sus aspectos objetables. Pero esos defectos son aun evidencia de la incorruptibilidad de la que goza. No puedo concebir gran ópera callejera, pero, por otro lado, no importa qué tan exquisita sea una pieza de Mozart o una tragedia de Shakespeare, a estas sí las puedo imaginar fácilmente presentadas a la vista de todos, por ejemplo, en la plaza pública de un pueblecillo. Tal vez este sea el único paso para renovar la ópera. Si es que se quiere hacer eso, por supuesto, y creo que naiden quiere.

La ópera exige acicalamiento, pompa y lujo, y nosotros nos seguimos tragando sus demandas afrancesadas. Secretamente a todos nos gusta pensar que el pasado era glorioso y que oír ópera o estar en un teatro frente a Wagner, Puccini o Verdi nos acerca a todas las artes a la vez, nos hace superiores. Muchos pensarán, por ejemplo, que soy muy cool sólo porque he escrito ochocientas palabras sobre ópera en un periódico.

La ópera, vieja y eterna, está entre la vida y la muerte. Aunque la oímos y nos encanta como un arte vivo, es en verdad un fantasma idéntico a sí mismo. La ópera es un zombie hermoso y fascinante, un fósil vestido de gala: un dinosaurio trajeado.

Comentarios

  1. se nota que no tienes lectores muy cultos en tu blog

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  2. HAHAHA! es que, anónimo, yo hago lo mismo con Lope cuando él escribe de política... Y sí es cierto, debería escirbir sobre videojuegos de chingazos (que me gustan más que la ópera) que de estas excentricidades... además, hay que recordar que vivo en Hermosillo frente a una calle sin pavimentar!!!

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  3. pues yo prefiero que se hable de ópera en los blogs a que se hable de política....
    prefiero lo anacrónico, lo vetusto... me encantaría que muchos blogs se escribieran en latín y que hablaran de cosas intrascendentes... de cosas muertas: ciertos códigos, artes, lenguas ya descontinuados.
    en fin...
    y aunque mi casa también está frente a una calle sin pavimentar disfruté mucho tu pira pagana de hoy

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  4. ja!, ni al caso wey, cuando ya no leamos a cervantes y demás canon literario vamos a dejar de oír y producir ópera. Esas madres no son atemporales.

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  5. a mi me gusta la ópera...y si...he acudido ...es otro mundo...ójala algún día puedas ir guinever...es algo realmente mágico...diferente...

    besos y abrazos corazón...nos estamos leyendo...

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  6. Si la ópera deja de tratar de fingir estar "viva", en qué forma sería diferente?

    Al parecer Bertolt Brecht ya se enfrentó a esa cuestión en 1936 en su ensayo "Alienation Effects in Chinese Acting": Pasar de montar un escenario para que el público crea ser un observador invisible viendo una realidad, a un díalogo crítico constante entre actores y público. El público interactúa como un elemento imprescindible (recurso usado en el final del anime "Neon Genesis Evangelion" al proyectar imágenes reales de público tomadas en el mismo cine en el que se realizó el estreno).

    Algo que también se plantea en la escena del (meta)teatro en la película Mullholand Drive, de David Lynch (No hay banda! o.O)

    La ópera, como arte, yace en su trono.
    El rey ha muerto, larga vida al rey!!

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  7. first picture is really nice I like it..

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